martes, 1 de diciembre de 2015

Adviento de la Gratitud



Hace unos días tuve la necesidad de agradecerle a alguien pequeños gestos, formas de ser, formas de hablar, algo por lo que estaba agradecida ya fuera porque me hubiera ayudado a algo o me hubiera cambiado en algo.

Así es como seguí pensando que tengo muchos detalles que agradecer, muchas personas que en su día a día y sólo siendo ellos mismos me habían llegado al corazón por alguna razón.

Pensé que este año podría hacer un calendario de adviento especial y personal, un adviento de gratitud, para agradecerle a esa persona o personas que me hayan sacado una sonrisa o que me hubieran ayudado en algún momento, muchas veces sin ellos mismos saberlo.

Cuando me puse a hacer la lista me di cuenta de que eran muchos más de los que yo pensaba (me va a dar para varios años), y es que al final tenemos mucho por lo que agradecer y es una pena que el día a día y lo rápido de nuestras vidas no nos hagan parar a reflexionar en esos pequeños detalles.

Por eso hoy comienzo mi Adviento de la Gratitud, un tributo para aquellos que en los dos últimos años me han llenado el corazón con actos simples, humildes y de gran corazón.

Adviento de la gratitud #1/24


El primer día es para aquel por el que este ejercicio de gratitud comenzó. Hace unos días pensé que algún día tendría que decirle a César, el pediatra de mis hijos, cuanto le agradezco que sea como es.

Tengo que agradecerle que siempre haya una sonrisa en él, que se desviva por explicarte todo, que tenga paciencia cuando a veces (solo a veces) me convierto en una drama-mama, que nos de toda la seguridad que unos padres necesitan cuando le ves interesado, que consulta manuales (aunque solo sea para enseñarte fotos y que así tú también puedas aprender algo) Que se lee todo lo que cae en sus manos para saber más, para ayudar más, para hacer de su profesión un templo.

Tengo que agradecerle que siempre viera en Pedro un niño maravilloso y que consiguiera el equilibrio justo para que Pedro tuviera un buen seguimiento pero sin llegar al "agobio medicalizado"

Gracias César, gracias porque confío en ti y pongo en tus manos lo más valioso de mi vida, mis hijos.